El valor de seguir sonando juntos.

Hay reuniones que son algo más que una cita en el calendario. Son puntos de encuentro donde se mide la salud de un proyecto, la ilusión que lo sostiene y la fuerza que lo hace avanzar. Así fue nuestro encuentro del pasado 8 de octubre. Una jornada en la que no solo se habló de planes, maneras de trabajar u objetivos, sino que el punto principal fueron las personas, la unión y el futuro.

La cita sirvió para marcar el rumbo de una nueva etapa, reafirmando el buen momento que atraviesa la formación y el clima de compañerismo que la define. Se fijaron metas, se compartieron ideas y se abrieron caminos que pronto se transformarán en música. Incluso se dejaron entrever algunos estrenos que, aunque aún guardan el misterio, prometen emocionar (y mucho) cuando llegue la hora.

Pero lo más valioso del día no estuvo en las palabras ni en las decisiones, sino en los gestos: en las miradas cómplices, las risas compartidas y la sensación de estar remando todos hacia el mismo horizonte. Porque más allá de los ensayos y las marchas, lo que da sentido a todo es lo que se construye una vez guardas el instrumento.

La jornada culminó con un aperitivo de convivencia que fue el broche perfecto. Entre platos al centro, bromas y recuerdos compartidos, se reforzaron los lazos que hacen de esta banda una verdadera familia. Fue un momento para celebrar lo vivido, para recargar energías y, sobre todo, para recordar por qué seguimos aquí: por la gente, por nuestras cofradías, por la ilusión y por ese sentimiento común que nos une bajo el mismo nombre y el mismo anhelo.

Porque esta banda no solo se sostiene con su música, sino con unos corazones unidos y comprometidos con algo mucho más grande que ellos. Y mientras esa unión siga viva, la música seguirá sonando con más verdad que nunca.